Ser mujer entre 1692 y 1693 en Salem (Massachusetts) probablemente no fue demasiado fácil. Los juicios y las represalias que vinieron después han pasado a la historia y forman parte del imaginario colectivo y la cultura popular de la sociedad. Las brujas nunca pasarán de moda, pues fue aquel un tiempo tan diferente e incomprensible desde la perspectiva actual, que sigue fascinando.
El 29 de febrero de 1692 tres mujeres fueron arrestadas: Tituba (esclava en la casa del Reverendo Samuel Parris), Sarah Good (indigente y embarazada en el momento de su arresto) y Sarah Osburne (terrateniente que se había ganado el odio de sus vecinos).
El fenómeno de la caza de brujas, que recorrió Europa y América entre los siglos XV y XVII, fue terroríficamente frecuente: miles de personas (principalmente mujeres) fueron ejecutadas por sus supuestos actos de magia, elaboración de brebajes y otros delitos relacionados con la brujería (desde conductas sociales a medicina). Los juicios de Salem son, probablemente, los más famosos.
La hoguera no fue método de ejecución para las brujas condenadas en Salem o cualquiera de las otras colonias, en Inglaterra y sus colonias la brujería se juzgaba en tribunales como cualquier otro crimen capital, y el castigo para estos era la horca.
Mientras tanto, en Europa, los casos de brujería tendían a ser juzgados por tribunales eclesiásticos, y por tanto se trataban como herejías. ¿El castigo por hereje? efectivamente la hoguera, que se consideraba algo así como una forma de purificar el alma.
¿Qué paso?
El pastor protestante Samuel Parris había llegado a Salem desde Boston, acompañado por sus tres hijos preadolescentes, Tomas, Elizabeth y Susannah, y su sobrina huérfana Abigail Williams. Con ellos llegaron también la esclava Tituba, nativa de Barbados, que se encargaba de cuidar a los niños y su marido John Indian.
Todo comenzó cuando Elizabeth, de 9 años, Abigail de 11 y una amiga de 12 Ann Putnam, fueron sorprendidas en el bosque bailando desnudas mientras Tituba removía un líquido dentro de un caldero que había puesto sobre el fuego.
Para el extremismo puritano que reinaba en Salem, el descubrimiento fue un escándalo. La desnudez por sí misma ya era un pecado, los juegos lo agravaban, y la presencia de Tituba y su misterioso caldero en el lugar terminaban de pintar un cuadro demoníaco
El médico de Salem, Williams Griggs, las revisó a las tres exhaustivamente y pronto llegó a una conclusión:
-No hay ningún problema físico que cause ese comportamiento. No hay dudas de que se trata de la influencia directa del demonio – dictaminó el hombre de ciencia.
Las niñas de dos familias importantes –Parris era el reverendo y los Putnam muy adinerados– no podían ser culpables: alguien las había embrujado. Interrogadas, culparon a la esclava Tituba de haberlas iniciado en ritos satánicos.
También llegaron rumores de que había otras dos “brujas” involucradas: una anciana a la que nadie quería en el pueblo, Sarah Osborne, y una indigente de nombre Sarah Good que estaba embarazada y nadie sabía de quién.
Así ordenaron la detención de Sarah Good, Sarah Osborne y la esclava Tituba por “afligir” a Elizabeth Parris, Abigail Williams, Ann Putnam y a otra niña llamada Elizabeth Hubbard.
El juicio se remitía a una cuestión sencilla, si confesaban salvarían sus vidas y si no lo hacían serían torturadas y ahorcadas.
El relato de un sueño de la pequeña Ann Putnam ante los jueces provocó también una acusación contra el reverendo George Burroughs, rival religioso del pastor Parris, Burroughs fue ejecutado en la horca.
Para los primeros meses de 1693 los acusados y enjuiciados llegaban casi a doscientos.
Los juicios de Salem fueron producto de una serie de ingredientes que combinados, sobre una base de ignorancia y oscurantismo, produjeron un cóctel explosivo y mortal.
Una de las hipótesis del comportamiento incoherente e inexplicable de las niñas es que estaban afectadas por ergotismo, una enfermedad producida por la intoxicación de un hongo que crece en el centeno, con el que Tituba fabricaba el pan, Este hongo contiene con alcaloide, la ergotamina de la que deriva el LSD, que puedo provocar alucinaciones, convulsiones y en algunos casos la muerte. Así las niñas se habrían contaminado al consumir pan de centeno en mal estado.
En 1703, una década después de los hechos, el tribunal del Estado de Massachusetts rechazó casi todas las pruebas presentadas durante los juicios de Salem.
En 1706 Ann Putnam pidió perdón a su iglesia y a las familias de quienes ayudó a morir en la horca.
El relato de un sueño de la pequeña Ann Putnam ante los jueces provocó también una acusación contra el reverendo George Burroughs, rival religioso del pasto