Los druidas eran miembros de una clase sacerdotal en la antigua cultura celta, que ejercieron una gran influencia en las sociedades de la Edad del Hierro y la Edad del Bronce en Europa. Eran considerados como sabios, poetas, curanderos y magos y se encargaban de la educación y la espiritualidad de la comunidad.
Además, tenían un conocimiento profundo de la naturaleza y sus ciclos, y eran responsables de la organización de ceremonias y rituales para honrar a los dioses y la tierra. Aunque gran parte de su historia y prácticas se han perdido en el tiempo, todavía se mantiene una fascinación por los druidas y su conexión con la naturaleza en muchas prácticas modernas de espiritualidad y brujería.
Tenían un profundo conocimiento de la astronomía, la medicina, la poesía y la filosofía, y se consideraban a sí mismos como guardianes de la verdad.
Se les atribuían poderes y habilidades sobrenaturales, como la capacidad de predecir el futuro y realizar curaciones con plantas y hierbas medicinales.
Los druidas veneraban a una variedad de dioses y diosas de la mitología celta, dependiendo de la región y la época. Algunos de los dioses y diosas más importantes en la religión celta incluyen:
Además de estas deidades principales, los druidas también veneraban a una gran variedad de espíritus, deidades menores y seres sobrenaturales, como los sidhe (hadas), los banshees y los dracónidos. Los druidas creían en la existencia de múltiples planos de existencia, y su religión era animista, es decir, consideraban que todos los seres vivos y objetos tenían un espíritu o energía vital.
Su legado ha perdurado a través de la mitología y la cultura popular, y se les atribuyen poderes mágicos y conocimientos ocultos en muchas leyendas.